Todos pasamos por momentos difíciles. A veces tenemos que enfrentarlos solos.
Durante tu infancia, seguramente tuviste a un amigo o amiga de tela que te acompañó en los instantes que sentiste tristeza o miedo. Un amigo con el que también compartiste las aventuras que viviste en la escuela o con tus compañeros de la cuadra. Una amiga con la que pasaste horas imaginando tu futuro.
Después creciste y tus amigos de tela quedaron en el olvido.
La vida de adulto no es tan fácil como te la pintaron. Entre el ajetreo diario, las cuentas, la vida social (real y virtual), hay momentos en que sientes soledad, tristeza o miedo. A veces quisieras tener a alguien cerca que te reconforte y te escuche sin juzgar.